Ciencia y Salud
Los adolescentes no consultan sobre infecciones de transmisión sexual (ITS)
La jornada “Salud sexual y educación: Un diálogo abierto sobre ITS” celebrada esta semana en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz fue un encuentro con distintos especialistas para ofrecer información clave a familias y equipos docentes sobre como controlar las ITS en adolescentes y abordar sus retos y desafíos.
El doctor Alfonso Cabello, especialista de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, explicó el aumento de la incidencia de casos en los adolescentes, aunque recalcó que las ITS no es solo una cuestión de la población juvenil, si no que nos incumbe a todos.
Señaló que los casos de clamidia y gonorrea en mujeres de entre 15 y 19 años han aumentado 4 veces de 2016 a 2023.
También subrayó Cabello que ninguna relación sexual queda exenta de transmisión: “Asumimos que mantener relaciones con penetración conlleva más riesgo, pero igualmente aunque sea un juego sexual y no llegue a haber penetración existe la posibilidad de contagiarse”.
Este especialista explicó que la mejor forma de prevenir las ITS es a través de una adecuada educación e información.
Señaló que los adolescentes carecen, en muchos casos, del conocimiento necesario sobre este tema, y destacó la importancia de que padres, profesionales sanitarios y docentes asuman la responsabilidad de proporcionársela.
¿Por qué no consultan los adolescentes?
Sólo el 14,8 % de los adolescentes entre 15 y 19 años acudieron espontáneamente a consulta, la mitad que entre los adultos (27 % de los mayores de 19 años).
Este es uno de los datos que compartió la doctora Ana Belén Jiménez del Servicio de Pediatría y de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz
La doctora indicó las características que hacen especialmente vulnerables a los adolescentes a las ITS y que provocan que no consulten.
- Tienen múltiples parejas.
- Hay una falta de percepción del riesgo. Piensan que a ellos no les va a ocurrir.
- Poseen dificultad de comunicación. Es muy difícil la comunicación con sus referentes adultos.
- Tienen mucha información pero poco acceso o dificultad para discernir las fuentes apropiadas.
- Tienen una gran necesidad de confidencialidad.
Más preocupados por el embarazo que por las ITS
Además, los adolescentes no consultan por acciones preventivas, pues no tienen esa sensación de peligro.
Únicamente cuando presentan síntomas o tienen sospecha de embarazo.
Y es que los jóvenes parecen más preocupados por el embarazo que por las infecciones de transmisión sexual.
Según la encuesta INJUVE 2019, el 80 % de los adolescentes señalan que el preservativo es el método preferido a la hora de mantener relaciones sexuales. Sin embargo, el 37 % reconoce no haberlo utilizado en alguna ocasión en el último año.
¿Por qué?
- Han usado otro método anticonceptivo, lo que demuestra que hay más preocupación por un embarazo no deseado que por una infección de transmisión sexual.
- Conocían suficiente a la persona. Interpretan que pedir el método de barrera es una falta de confianza.
- El miedo a no sentir tanto.
- El deseo incontrolado.
Un agenda oculta
Además, los adolescentes tienen una agenda oculta. ¿Qué quiere decir esto?
La doctora Jiménez explicó que, por ejemplo, una niña de 16 años acude a consulta por un dolor de tripa y después de realizarle todas las pruebas pertinentes y darle el alta, la adolescente indica que quizás el dolor pueda ser porque lleva meses manteniendo relaciones sin protección.
“En el fondo, ella venía a consultar por ese motivo, por un embarazo, pero no es lo primero que dicen. Ellos cuentan cualquier cosa que no es realmente lo que les pasa, y ya posteriormente analizan el entorno para ver si se atreven a decirlo”, indica la experta.
En este sentido, señala la responsabilidad de los sanitarios de ser sensibles a estos casos.
“Tenemos que hacer un abordaje por oportunidad. Cualquier oportunidad hay que aprovecharla y ser capaces de orientar al paciente al sitio correcto”, subrayó la especialista.
Y los que consultan, ¿dónde lo hacen?
La doctora de la Fundación Jiménez Díaz explicó que hay múltiples opciones para consultar sobre ITS como en el pediatra hasta los 14 años o en el ginecólogo que suele visitarse antes de empezar a tener relaciones sexuales.
Pero, realmente, de los pocos adolescentes que consultan sobre ITS, la mayoría lo hacen en urgencias.
Además, suelen consultar por la noche o en un horario en el que los padres saben que no va a estar en casa y están con sus iguales. De hecho, suelen consultar acompañados de sus iguales.
Esto se debe a su preocupación por la confidencialidad, una de las barreras de acceso al sistema sanitario en estos casos.
“Los adolescentes tienen mucho miedo a que sus padres se enteren de que han comenzado a tener relaciones sexuales. Incluso en algunos casos no quieren que se enteren sus iguales”, destacó la especialista.
También, otras de las barreras es la falta de concienciación y el desconocimiento de los recursos.
“Cuando le preguntas al adolescente si sabe como funcionan las ITS te dice que le pones una inyección y automáticamente se cura. No tienen conciencia de infecciones a largo plazo, porque ellos piensan en otro tipo de ITS”, explicó la doctora Ana Belén Jiménez.
La salud mental de los adolescentes en las ITS
La enfermera especialista Marta Ruiz Hernández, del Servicio de Psiquiatría Hospital Universitario Rey Juan Carlos (HURJC), alertó que en ocasiones los profesionales abordan la parte física y se deja a un lado la repercusión emocional que puede tener el paciente, algo muy importante sobre todo en los adolescentes.
Las ITS además de daños fisiológicos pueden causar:
- Depresión: La carga emocional y el estigma asociados pueden llevar a la depresión. El diagnóstico de una ITS puede ser extremadamente traumático, lo cual puede requerir asesoramiento psicológico para ayudar a la persona a aceptar su situación.
- Ansiedad: La incertidumbre sobre el futuro y las posibles complicaciones físicas y mentales pueden generar altos niveles de ansiedad.
- Pérdida de autoestima: Sentirse avergonzado o culpable por tener una ITS puede tener un impacto negativo en la imagen que la persona tiene de sí misma.
- Trastornos del estado de ánimo: Algunas ITS como la sífilis o el VIH pueden afectar el funcionamiento del sistema nervioso central, lo cual puede desencadenar trastornos del estado de ánimo.
- Problemas de relación: El miedo al rechazo y la necesidad de revelar la enfermedad a las parejas sexuales pueden generar conflictos y estrés emocional adicional, además de aislamiento.
¿Qué podemos hacer desde la posición de padres para prevenir las ITS?
La enfermera animó a romper el hielo:
- Aprovecha el momento y lugar adecuado.
- Habla pronto y con frecuencia.
- Habla con sinceridad.
- Se directo, usa un lenguaje claro.
- Considera la perspectiva de tu hijo adolescente.
- No te centres solo en los hechos, céntrate en el bienestar.
- Fomenta la prevención y el autocuidado.
- Sugiere seguir la charla en otro momento.
¿Y si mi hijo se ha infectado?
- Escucha sin juzgar
- Informaros juntos sobre la infección.
- Ayúdale a buscar tratamiento.
- Conversa sobre la prevención para el futuro.
- Mantén la comunicación abierta, el apoyo.
La especialista destacó la importancia de recordar que:
- Cada vez que hay relaciones sexuales sin condón o barrera bucal, se ponen en riesgo de contraer una ITS.
- Las ITS no siempre tienen síntomas.
- Es muy sencillo solicitar un examen de detección de las ITS si tenemos sospecha.
- Algunas ITS pueden prevenirse mediante vacunas, que tus hijos estén vacunados o infórmales sobre la posibilidad de hacerlo.
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Ciencia y Salud
Viaje endoscópico al tubo digestivo: estómago y duodeno
“Obesidad severa, que se puede tratar con diferentes tipos de cirugía bariátrica, como el baipás gástrico, y técnicas endoscópicas, como el balón intragástrico”, apunta el experto en endoscopia digestiva del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.
“Los pólipos de glándulas fúndicas; la poliposis adenomatosa herediatira, los pólipos gástricos hiperplásicos; las erosiones gástricas; las úlceras gástricas pépticas, la gastritis atrófica y su posibilidad de generar metaplasia, displasia y cáncer“, añade el director científico del Instituto Clínico del Aparato digestivo (ICAdig).
“Sin olvidar, ni mucho menos, la atrofia vellositaria duodenal, característica de la enfermedad celíaca; la duodenitis erosiva y los divertículos duodenales, posible origen de los cálculos en la vía biliar”, subraya el profesor de Medicina en la Universidad Complutense de la capital española.
El paciente, que pueder ser cualquiera de nosotros, hombres y mujeres, se encontrará ya anestesiado y tumbado en la camilla de operaciones en la posición decúbito lateral izquierdo, la más utilizada en endoscopia digestiva, posición decúbito supino o decúbito lateral derecho.
El endoscopio se desliza hacia el interior del estómago desde el duodeno
Mediante esofagogastrocopia se utiliza la técnica de entrar por la boca hasta la segunda porción del duodeno, idealmente hasta la tercera, para lentamente y con absoluta suavidad acceder posteriormente al interior del estómago retrocediendo con el endoscopio a través del píloro (orificio que separa ambas zonas del tubo digestivo).
En este sentido, que el endoscopio alcance el duodeno distal, la intención del médico especialista no será visualizar al detalle la anatomía del tubo digestivo que va superando con delicadeza (boca, esófago, esfínter esofágico inferior, estómago y píloro).
La misión será, simplemente, llegar al primer objetivo diagnóstico y terapéutico: la primera porción del intestino delgado.
“Comenzaremos a estudiar detalladamente, entonces, el duodeno, el píloro y el estómago, por ese orden. Y finalmente, si procede, el esófago. Buscaremos cualquier tipo de alteración o daño en la mucosa del tubo digestivo”, afirma.
Durante el procedimiento, es crucial que se mantenga una buena visibilidad, especialmente en la cavidad gástrica. Es frecuente utilizar agua y aspirariones en todo el tubo digestivo para eliminar secreciones, restos de alimentos o sangre que puedan obstruir la visión del endoscopista.
“Limpiar bien la cavidad estomacal es importantísimo, ya que cualquier fluido o resto sólido podría ocultar lesiones como úlceras, pequeños pólipos, áreas de metaplasia o cánceres precoces”, destaca el Dr. Marín Gabriel.
Doctor, ¿cuál es la anatomía normal de nuestro estómago?
Lo primero que vamos a encontrar con el endoscopio, habitualmente, que suele quedarnos en la parte izquierda de la pared estomacal, es el fundus, área donde se van a ir acumulando los alimentos una vez que los hemos ingerido.
La parte derecha, que es la que nos interesa para ir buscando y avanzando en el camino a seguir, nos introduce por el cuerpo del estómago y se denomina curvadura menor.
El estómago tiene dos curvaduras, una que es mucho más recta, la curvadura menor, por la que vamos a ir transitando hacia el duodeno, y la curvadura mayor, que es donde están todos los pliegues gástricos, que también podemos ver durante la gastroscopia.
Superada esta curvadura menor del cuerpo estomacal se llega al antro. Además, entre el cuerpo y el antro del estómago hay una zona de transición, donde de repente la mucosa cambia. Desaparecen todos esos pliegues que se veían en la curvadura mayor del estómago.
Es una zona mucho más lisa y en la parte de arriba tenemos la transición entre la curvadura mayor del cuerpo gástrico y la curvadura menor del antro, la parte baja del estómago; una especie de ángulo, lo llamamos incisura angularis.
Una vez que hemos pasado la zona de la incisura, ya en el antro, lo primero que nos vamos a encontrar de frente y en el centro, si no existe anomalía anatómica, será el orificio del píloro, el canal pilórico, desde donde se ve y accede a la primera parte del duodeno, el bulbo duodenal.
Doctor Marín Gabriel, ¿nuestro estómago se transforma con el sobrepeso y la obesidad?
Sí… y algunos estudios han demostrado que los pacientes con obesidades muy significativas sufren cierta distensión de la cámara gástrica.
Desde el punto de vista de las terapias quirúrgicas convencionales y endoscópicas, lo que llamamos cirugías o tratamientos endoscópicos restrictivos, el paciente podrá perder peso si conseguimos que esta cavidad estomacal sea más estrechita, que no tenga tanta capacidad para admitir comida.
A la vez, sabemos que el tamaño del estómago está relacionado con las hormonas implicadas en la alimentación.
Un estómago “chiquitito” reducirá, por tanto, la sensación del apetito; lo que ayudará a cumplir el objetivo de perder peso a l@s pacientes que reciban algún tipo de tratamiento restrictivo.
Doctor Marín, ¿en qué consisten la cirugía bariátrica y la técnica endoscópica?
Lo cierto es que no hay una única cirugía bariátrica. Se pueden ofrecer diferentes procedimientos para reducir el volumen del estómago.
L@s cirujan@s, en función del exceso de peso y posibles enfermedades que padezca el paciente, podrán colocar cintas o bandas gástricas con forma de anillo en la parte superior del estómago o cortar una porción del estómago para luego empalmarla directamente con el intestino delgado.
La comida no realiza su recorrido habitual por el tubo digestivo, sino que la cirugía minimiza la capacidad de absorción del estómago; el alimento se dirige al intestino mediante un baipás. Los nutrientes se saltan así una gran porción anatómica del estómago.
Desde el punto de vista endoscópico, esta modificación se visualiza claramente, ya que el estómago y las conexiones entre los órganos han cambiado significativamente.
En una endoscopia, el estómago no aparece con su forma normal de “bolsa” grande. En lugar de eso, se observa una pequeña bolsa gástrica (el reservorio gástrico), que es la parte del estómago que queda tras la cirugía.
Esta bolsa es mucho más pequeña que el estómago original y tiene una capacidad más limitada para contener alimentos.
Al avanzar con el endoscopio se visualiza que esta pequeña bolsa está conectada directamente al intestino delgado, saltándose la mayor parte del estómago original y una porción del intestino, característico del baipás gástrico.
La banda gástrica, si está presente, puede verse como un anillo alrededor de la zona media del remanente gástrico, marcando un punto de estrechamiento. Este anillo o banda es visible como una estructura circular.
A continuación, el endoscopio se desliza hacia el área de la anastomosis (conexión quirúrgica entre el reservorio gástrico y el intestino delgado): suele aparecer como una unión más estrecha en comparación con la anatomía gástrica original y se observa la transición entre ambas mucosas digestivas.
Pueden verse, en ocasiones, algunas grapas quirúrgicas en la zona. Es fundamental examinar este sitio cuidadosamente para detectar cualquier complicación, como úlceras, estenosis o fugas.
La medicina especializa en el aparato digestivo también dispone de tratamientos restrictivos vía endoscópica: balón intragástrico, la gastroplastia o plicatura gástrica y el método POSE, con el que se realizan doce pliegues gástricos suturados con el fin de reducir el tamaño del estómago.
Lesiones en el estómago: pólipos de glándulas fúndicas, pólipos hiperplásicos, erosiones, úlceras, gastritis atrófica y metaplasia intestinal (precancerosa)
Los pólipos de glándulas fúndicas son lesiones benignas que se originan en las glándulas del cuerpo del estómago y el fundus, la región ubicada en la parte superior del órgano.
Estos pólipos están compuestos por tejido glandular gástrico normal y no se asocian con un riesgo significativo de cáncer gástrico.
Son bastante comunes, especialmente en personas que toman inhibidores de la bomba de protones (IBP) a largo plazo, medicamentos utilizados para reducir la acidez gástrica.
De hecho, retirar los IBP puede llevar a la regresión o desaparición de los pólipos de glándulas fúndicas.
Estos pólipos también pueden aparecer en el contexto de ciertas enfermedades hereditarias, como el síndrome de poliposis adenomatosa familiar (PAF). Pueden desarrollar displasia y tienen potencial para malignizar.
Durante una endoscopia, los pólipos de glándulas fúndicas se visualizan como pequeñas protrusiones redondeadas que sobresalen de la mucosa del estómago.
Tienen una superficie regular y suelen ser de color rosado o translúcido, similar al tejido circundante, lo que indica que están recubiertos por mucosa gástrica normal. Los vasos de su superficie son periféricos y relativamente rectilíneos.
En la mayoría de los casos, estos pólipos son pequeños, midiendo entre unos pocos milímetros hasta un centímetro de diámetro. Pueden aparecer como lesiones solitarias o múltiples, distribuidas en el área del fondo gástrico.
Las lesiones no hereditarias que aparecen de forma esporádica no requieren seguimiento ni es preciso biopsiarlas, dado que su aspecto es muy característico, salvo que muestren rasgos sospechosos por su tamaño o se observen erosiones.
Pólipos gástricos hiperplásicos en el tubo digestivo
Estos pólipos se desarrollan como una respuesta exagerada de la mucosa gástrica ante lesiones inflamatorias, como las causadas por la gastritis crónica o la infección por Helicobacter pylori.
Generalmente, se desarrollan en el antro del estómago, que es la parte más baja, cerca del píloro. Aunque los pólipos hiperplásicos son benignos en la mayoría de los casos, un pequeño porcentaje puede desarrollar displasia, lo que implica un riesgo de progresión hacia un cáncer gástrico.
La mayoría de los pólipos hiperplásicos son asintomáticos y se descubren incidentalmente durante una endoscopia.
En el caso de este pólipo hiperplásico en el antro, que prolapsa hacia el píloro, se visualiza un pedículo que traccionamos hacia la cámara gástrica. Esta lesión puede moverse a través del píloro, lo que se conoce como prolapso.
Este prolapso puede obstruir parcialmente el paso hacia el duodeno, provocando síntomas como sensación de plenitud, malestar abdominal o incluso episodios de vómitos en casos más graves.
El pólipo suele tener una apariencia rojiza, debido a la hiperplasia de la mucosa, y puede moverse ligeramente con el peristaltismo (contracciones del estómago), lo que es característico de los pólipos prolapsados. También es frecuente que desarrollen erosiones o úlceras en su cabeza.
En cuanto al tratamiento, no todos los pólipos hiperplásicos requieren intervención.
Si el pólipo es pequeño, el manejo puede ser conservador, con la erradicación de Helicobacter pylori.
Sin embargo, si el pólipo mide más de un centímetro y tiene zonas sospechosas de displasia o causa síntomas obstructivos o anemia, puede ser necesaria su resección endoscópica.
Esto se hace frecuentemente mediante polipectomía, un procedimiento relativamente sencillo en el que se extirpa el pólipo para aliviar los síntomas y prevenir cualquier posible complicación futura, como la displasia o el riesgo de sangrado.
Erosiones gástricas en el tubo digestivo
Una erosión en el antro gástrico es una lesión superficial de la mucosa del estómago que no llega a penetrar profundamente en las capas del tejido gástrico, a diferencia de una úlcera.
Estas erosiones suelen ser causadas por agresiones directas a la mucosa gástrica, como el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINEs), el consumo excesivo de alcohol, infecciones por Helicobacter pylori, o incluso el estrés.
A menudo, son pequeñas y múltiples, y pueden estar asociadas con gastritis, que es la inflamación generalizada de la mucosa del estómago.
Desde el punto de vista endoscópico, una erosión en el antro gástrico se observa como una lesión superficial, plana, levemente elevada o ligeramente deprimida, de forma mínimamente irregular, que afecta a una porción de la mucosa del antro.
La mucosa alrededor de la erosión puede verse inflamada o enrojecida (eritematosa), lo que indica la presencia de gastritis subyacente. Las erosiones pueden aparecer aisladas o en grupos y, dependiendo de su extensión, pueden cubrir áreas más o menos amplias del antro gástrico.
En muchos casos, se pueden observar puntos o manchas de hematina adherida sobre las erosiones.
La hematina es un producto resultante de la degradación de la sangre por el ácido clorhídrico del estómago cuando se produce un pequeño sangrado en la mucosa gástrica.
Estos puntos de color oscuro, casi negro, indican que ha habido un sangrado reciente que ha cesado, pero que la sangre ha sido digerida parcialmente por los jugos gástricos.
La presencia de hematina es un signo de una erosión activa o recientemente sangrante, lo que puede ser indicativo de un proceso inflamatorio continuo o de una irritación crónica de la mucosa.
Úlceras gástricas pépticas en el tubo digestivo
Una úlcera gástrica péptica es una lesión en la mucosa del estómago que ocurre cuando el revestimiento protector se daña, permitiendo que los ácidos gástricos ataquen capas más profundas de la pared gástrica.
Puede provocar síntomas como dolor en la parte superior del abdomen, que suele empeorar al comer, así como náuseas, vómitos o pérdida de apetito.
Las principales causas de las úlceras gástricas son la infección por la bacteria Helicobacter pylori y el uso de antiinflamatorios no esteroides (AINEs), como el ibuprofeno o la aspirina. Ambas situaciones debilitan la barrera mucosa protectora del estómago, favoreciendo la aparición de úlceras.
Durante una endoscopia, la úlcera gástrica péptica se visualiza como una lesión deprimida o excavada en la mucosa gástrica. Suele traccionar de los pliegues gástricos hacia sí misma.
El fondo de la úlcera, en este caso, está cubierto por una capa blanquecina, conocida como fibrina, que es un signo de que nuestro está intentando cicatrizar la lesión.
Esta fibrina es un material compuesto de proteínas que se deposita en la base de la úlcera para proteger el tejido dañado y promover su reparación.
Los bordes de la úlcera suelen ser elevados e irregulares, y la mucosa circundante puede verse inflamada o enrojecida debido a la irritación continua por los ácidos del estómago.
En casos más graves, las úlceras pueden sangrar, lo que se visualiza como áreas de sangrado activo o coágulos.
Es muy importante revisar la cicatrización de las úlceras gástricas tras el tratamiento, en especial porque su origen puede ser maligno.
En un control endoscópico se detectarían esa falta de cicatrización y las características más típicas de un origen tumoral (pliegues alrededor de la úlcera interrumpidos o fusionados, forma muy irregular o cambios sugestivos de metaplasia o displasia periféricos mediatne imagen con magnificación).
Gastritis atrófica y metaplasia intestinal en el tubo digestivo
La gastritis atrófica es una forma avanzada de inflamación crónica del estómago: las glándulas de la mucosa gástrica se pierden progresivamente, dando lugar a un adelgazamiento del revestimiento del estómago y a una reducción de su capacidad funcional.
Este tipo de gastritis se asocia a menudo con infecciones prolongadas por Helicobacter pylori (afecta inicialmente al antro y luego va ascendiendo) o con enfermedades autoinmunes (sobre todo a la mucosa gástrica de la parte alta del estómago).
Con el tiempo, la gastritis atrófica puede predisponer al desarrollo de cambios precancerosos, como la metaplasia intestinal, donde las células gástricas normales se reemplazan por células similares a las del intestino.
Durante una endoscopia, la gastritis atrófica en el antro se visualiza como pálida y aplanada, en comparación con la mucosa normal, que es más rosada y algo más gruesa.
Además, es común encontrar erosiones superficiales, que son áreas de daño localizado en la mucosa. Estas erosiones se ven como zonas deprimidas o ligeramente excavadas, rodeadas de mucosa inflamada.
A menudo, estas áreas erosionadas pueden sangrar de forma leve, y, si ha habido sangrado reciente, pueden observarse puntos oscuros de hematina, lo que indica la presencia de sangrado superficial.
Para identificar la metaplasia intestinal se puede utilizar cromoendoscopia y magnificación, que son técnicas de imagen mejorada que permiten visualizar mejor los cambios en la mucosa.
En esta técnica, las áreas de metaplasia intestinal aparecen con un patrón de mucosa más vellosa y gris-azulada, con una arquitectura glandular similar a la del intestino, en lugar de la estructura normal del estómago.
La anatomía del duodeno y sus posibles patologías
El duodeno es la primera porción del intestino delgado y comienza justo después del estómago, en el píloro.
Anatómicamente, tiene una forma de “C”. En la endoscopia alta se revisa la primera porción o bulbo, la segunda porción y nos asomamos a la tercera. El gastroscopia logra, como mucho, analizar esta tercera porcion duodenal.
Al visualizar el bulbo duodenal se observa una cavidad amplia, cubierta por una mucosa lisa, sin pliegues marcados. Esta región se conecta directamente con el píloro, la válvula que regula el paso del contenido gástrico al intestino delgado.
La segunda porción tiene un patrón de pliegues circulares, que ayudan en la absorción de nutrientes. La apariencia es suave y ordenada, sin irregularidades ni lesiones visibles.
En esta zona se puede ver también la papila de Vater. Se trata de una pequeña protuberancia donde desembocan el conducto biliar común y el conducto pancreático, permitiendo la liberación de bilis y jugos pancreáticos al intestino para ayudar en la digestión.
Tiene un orificio central (a veces dos, uno para cada conducto) a través del cual drenan los jugos biliares y pancreáticos.
Lesiones en el duodeno: atrofia de las vellosidades, duodenitis erosiva y divertículo duodenal
Cuando se produce una atrofia intensa de las vellosidades duodenales, las pequeñas proyecciones en forma de dedos que recubren la superficie del duodeno, conocidas como vellosidades, se aplanan o desaparecen.
Estas vellosidades juegan un papel crucial en la absorción de nutrientes, por lo que su atrofia puede llevar a una malabsorción de alimentos y a síntomas como diarrea crónica, pérdida de peso, y deficiencias nutricionales.
Las causas más comunes de esta atrofia incluyen la enfermedad celíaca, infecciones intestinales como la giardiasis (parásito unicelular), y algunas enfermedades autoinmunes como la enteropatía autoinmune o la IDCV.
Incluso puede aparecer con la ingesta de algunos fármacos, como el antihipertensivo olmesartán.
En una endoscopia, la atrofia intensa de las vellosidades duodenales se manifiesta con una pérdida del aspecto normal de la mucosa.
En un duodeno sano la mucosa tiene un patrón característico de vellosidades prominentes que le dan una textura rugosa o aterciopelada. En la atrofia vellositaria este patrón desaparece y la mucosa se ve plana o con aspecto de pliegues cortados.
Duodenitis erosiva en el tubo digestivo
La duodenitis erosiva es una inflamación de la mucosa del duodeno que se caracteriza por la presencia de enrojecimiento focal con o sin erosiones superficiales en la mucosa de esta parte del intestino.
Puede causar dolor abdominal, náuseas y, en casos más importantes, sangrado digestivo.
Las causas más comunes de la duodenitis erosiva, como sucede en la gastritis aguda, incluyen el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINEs) o la infección por Helicobacter pylori.
En una endoscopia, la duodenitis erosiva se visualiza como áreas de erosión superficial dispersas a lo largo de la mucosa duodenal, especialmente en el bulbo duodenal (la primera porción del duodeno, justo después del estómago).
Estas erosiones pueden aparecer como pequeñas lesiones deprimidas, rodeadas de mucosa inflamada o enrojecida, lo que indica la inflamación activa.
Algunas de estas erosiones pueden estar cubiertas por una capa blanquecina de fibrina o rodeadas por zonas de sangrado leve.
Divertículos duodenales en el tubo digestivo
Un divertículo duodenal es una protrusión en forma de saco que se forma en la pared del duodeno y se debe a que la capa muscular del duodeno se hace más débil. Se cree que se forman debido a un aumento crónico en la presión dentro de la luz del intestino.
Los divertículos duodenales son más comunes en personas mayores y suelen ser asintomáticos.
Durante una endoscopia de visión lateral, la imagen de un divertículo duodenal con una papila intradiverticular aparece como un saco con bordes suaves y en cuyo fondo o en uno de sus laterales, puede visualizarse la papila de Vater.
La papila puede parecer algo desplazada en relación con su posición normal, y en algunos casos puede ser más difícil de acceder y visualizar con claridad debido a su localización dentro del divertículo.
Los divertículos cercanos a la papila de Vater pueden causar problemas en el sistema biliar, como la dilatación del conducto biliar y episodios de ictericia (color amarillento de la piel y los ojos).
Algunos estudios han demostrado que estos divertículos están asociados con un mayor riesgo de dilatación del conducto biliar y la formación de cálculos biliares.
Por ejemplo, se ha descubierto que las personas con estos divertículos tienen más del doble de probabilidades de tener el conducto biliar dilatado o cálculos en dicho conducto en comparación con aquellas sin divertículos.
Más aún, estos divertículos pueden causar obstrucción biliar de varias maneras.
Tanto al comprimir mecánicamente el conducto biliar como al afectar el funcionamiento del músculo de la papila (esfínter de Oddi), lo que dificulta el flujo de bilis y favorece la formación de cálculos biliares y la inflamación de las vías biliares (colangitis).
Tanto estos divertículos como los que se localizan en otras zonas de duodeno pueden provocar otras complicaciones. Aunque son muy infrecuentes, pueden darse perforaciones, sangrado y sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado.
En el próximo videoblog de Aparato Digestivo continuaremos con nuestro viaje al interior del tubo digestivo de la mano experta del Dr. José Carlos Marín Gabriel, quien nos mostrará mediante un endoscopio las características anatómicas principales del intestino grueso o colon y dos partes del intestino delgado, el íleon y el yeyuno, además de las lesiones más frecuentes y dañinas para el ser humano.
Primera parte del Viaje Endoscópico por el Tubo Digestivo: boca y esófago.
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Viaje endoscópico al tubo digestivo: estómago y duodeno
“Obesidad severa, que se puede tratar con diferentes tipos de cirugía bariátrica, como el baipás gástrico, y técnicas endoscópicas, como el balón intragástrico”, apunta el experto en endoscopia digestiva del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.
“Los pólipos de glándulas fúndicas; la poliposis adenomatosa herediatira, los pólipos gástricos hiperplásicos; las erosiones gástricas; las úlceras gástricas pépticas, la gastritis atrófica y su posibilidad de generar metaplasia, displasia y cáncer“, añade el director científico del Instituto Clínico del Aparato digestivo (ICAdig).
“Sin olvidar, ni mucho menos, la atrofia vellositaria duodenal, característica de la enfermedad celíaca; la duodenitis erosiva y los divertículos duodenales, posible origen de los cálculos en la vía biliar”, subraya el profesor de Medicina en la Universidad Complutense de la capital española.
El paciente, que pueder ser cualquiera de nosotros, hombres y mujeres, se encontrará ya anestesiado y tumbado en la camilla de operaciones en la posición decúbito lateral izquierdo, la más utilizada en endoscopia digestiva, posición decúbito supino o decúbito lateral derecho.
El endoscopio se desliza hacia el interior del estómago desde el duodeno
Mediante esofagogastrocopia se utiliza la técnica de entrar por la boca hasta la segunda porción del duodeno, idealmente hasta la tercera, para lentamente y con absoluta suavidad acceder posteriormente al interior del estómago retrocediendo con el endoscopio a través del píloro (orificio que separa ambas zonas del tubo digestivo).
En este sentido, que el endoscopio alcance el duodeno distal, la intención del médico especialista no será visualizar al detalle la anatomía del tubo digestivo que va superando con delicadeza (boca, esófago, esfínter esofágico inferior, estómago y píloro).
La misión será, simplemente, llegar al primer objetivo diagnóstico y terapéutico: la primera porción del intestino delgado.
“Comenzaremos a estudiar detalladamente, entonces, el duodeno, el píloro y el estómago, por ese orden. Y finalmente, si procede, el esófago. Buscaremos cualquier tipo de alteración o daño en la mucosa del tubo digestivo”, afirma.
Durante el procedimiento, es crucial que se mantenga una buena visibilidad, especialmente en la cavidad gástrica. Es frecuente utilizar agua y aspirariones en todo el tubo digestivo para eliminar secreciones, restos de alimentos o sangre que puedan obstruir la visión del endoscopista.
“Limpiar bien la cavidad estomacal es importantísimo, ya que cualquier fluido o resto sólido podría ocultar lesiones como úlceras, pequeños pólipos, áreas de metaplasia o cánceres precoces”, destaca el Dr. Marín Gabriel.
Doctor, ¿cuál es la anatomía normal de nuestro estómago?
Lo primero que vamos a encontrar con el endoscopio, habitualmente, que suele quedarnos en la parte izquierda de la pared estomacal, es el fundus, área donde se van a ir acumulando los alimentos una vez que los hemos ingerido.
La parte derecha, que es la que nos interesa para ir buscando y avanzando en el camino a seguir, nos introduce por el cuerpo del estómago y se denomina curvadura menor.
El estómago tiene dos curvaduras, una que es mucho más recta, la curvadura menor, por la que vamos a ir transitando hacia el duodeno, y la curvadura mayor, que es donde están todos los pliegues gástricos, que también podemos ver durante la gastroscopia.
Superada esta curvadura menor del cuerpo estomacal se llega al antro. Además, entre el cuerpo y el antro del estómago hay una zona de transición, donde de repente la mucosa cambia. Desaparecen todos esos pliegues que se veían en la curvadura mayor del estómago.
Es una zona mucho más lisa y en la parte de arriba tenemos la transición entre la curvadura mayor del cuerpo gástrico y la curvadura menor del antro, la parte baja del estómago; una especie de ángulo, lo llamamos incisura angularis.
Una vez que hemos pasado la zona de la incisura, ya en el antro, lo primero que nos vamos a encontrar de frente y en el centro, si no existe anomalía anatómica, será el orificio del píloro, el canal pilórico, desde donde se ve y accede a la primera parte del duodeno, el bulbo duodenal.
Doctor Marín Gabriel, ¿nuestro estómago se transforma con el sobrepeso y la obesidad?
Sí… y algunos estudios han demostrado que los pacientes con obesidades muy significativas sufren cierta distensión de la cámara gástrica.
Desde el punto de vista de las terapias quirúrgicas convencionales y endoscópicas, lo que llamamos cirugías o tratamientos endoscópicos restrictivos, el paciente podrá perder peso si conseguimos que esta cavidad estomacal sea más estrechita, que no tenga tanta capacidad para admitir comida.
A la vez, sabemos que el tamaño del estómago está relacionado con las hormonas implicadas en la alimentación.
Un estómago “chiquitito” reducirá, por tanto, la sensación del apetito; lo que ayudará a cumplir el objetivo de perder peso a l@s pacientes que reciban algún tipo de tratamiento restrictivo.
Doctor Marín, ¿en qué consisten la cirugía bariátrica y la técnica endoscópica?
Lo cierto es que no hay una única cirugía bariátrica. Se pueden ofrecer diferentes procedimientos para reducir el volumen del estómago.
L@s cirujan@s, en función del exceso de peso y posibles enfermedades que padezca el paciente, podrán colocar cintas o bandas gástricas con forma de anillo en la parte superior del estómago o cortar una porción del estómago para luego empalmarla directamente con el intestino delgado.
La comida no realiza su recorrido habitual por el tubo digestivo, sino que la cirugía minimiza la capacidad de absorción del estómago; el alimento se dirige al intestino mediante un baipás. Los nutrientes se saltan así una gran porción anatómica del estómago.
Desde el punto de vista endoscópico, esta modificación se visualiza claramente, ya que el estómago y las conexiones entre los órganos han cambiado significativamente.
En una endoscopia, el estómago no aparece con su forma normal de “bolsa” grande. En lugar de eso, se observa una pequeña bolsa gástrica (el reservorio gástrico), que es la parte del estómago que queda tras la cirugía.
Esta bolsa es mucho más pequeña que el estómago original y tiene una capacidad más limitada para contener alimentos.
Al avanzar con el endoscopio se visualiza que esta pequeña bolsa está conectada directamente al intestino delgado, saltándose la mayor parte del estómago original y una porción del intestino, característico del baipás gástrico.
La banda gástrica, si está presente, puede verse como un anillo alrededor de la zona media del remanente gástrico, marcando un punto de estrechamiento. Este anillo o banda es visible como una estructura circular.
A continuación, el endoscopio se desliza hacia el área de la anastomosis (conexión quirúrgica entre el reservorio gástrico y el intestino delgado): suele aparecer como una unión más estrecha en comparación con la anatomía gástrica original y se observa la transición entre ambas mucosas digestivas.
Pueden verse, en ocasiones, algunas grapas quirúrgicas en la zona. Es fundamental examinar este sitio cuidadosamente para detectar cualquier complicación, como úlceras, estenosis o fugas.
La medicina especializa en el aparato digestivo también dispone de tratamientos restrictivos vía endoscópica: balón intragástrico, la gastroplastia o plicatura gástrica y el método POSE, con el que se realizan doce pliegues gástricos suturados con el fin de reducir el tamaño del estómago.
Lesiones en el estómago: pólipos de glándulas fúndicas, pólipos hiperplásicos, erosiones, úlceras, gastritis atrófica y metaplasia intestinal (precancerosa)
Los pólipos de glándulas fúndicas son lesiones benignas que se originan en las glándulas del cuerpo del estómago y el fundus, la región ubicada en la parte superior del órgano.
Estos pólipos están compuestos por tejido glandular gástrico normal y no se asocian con un riesgo significativo de cáncer gástrico.
Son bastante comunes, especialmente en personas que toman inhibidores de la bomba de protones (IBP) a largo plazo, medicamentos utilizados para reducir la acidez gástrica.
De hecho, retirar los IBP puede llevar a la regresión o desaparición de los pólipos de glándulas fúndicas.
Estos pólipos también pueden aparecer en el contexto de ciertas enfermedades hereditarias, como el síndrome de poliposis adenomatosa familiar (PAF). Pueden desarrollar displasia y tienen potencial para malignizar.
Durante una endoscopia, los pólipos de glándulas fúndicas se visualizan como pequeñas protrusiones redondeadas que sobresalen de la mucosa del estómago.
Tienen una superficie regular y suelen ser de color rosado o translúcido, similar al tejido circundante, lo que indica que están recubiertos por mucosa gástrica normal. Los vasos de su superficie son periféricos y relativamente rectilíneos.
En la mayoría de los casos, estos pólipos son pequeños, midiendo entre unos pocos milímetros hasta un centímetro de diámetro. Pueden aparecer como lesiones solitarias o múltiples, distribuidas en el área del fondo gástrico.
Las lesiones no hereditarias que aparecen de forma esporádica no requieren seguimiento ni es preciso biopsiarlas, dado que su aspecto es muy característico, salvo que muestren rasgos sospechosos por su tamaño o se observen erosiones.
Pólipos gástricos hiperplásicos en el tubo digestivo
Estos pólipos se desarrollan como una respuesta exagerada de la mucosa gástrica ante lesiones inflamatorias, como las causadas por la gastritis crónica o la infección por Helicobacter pylori.
Generalmente, se desarrollan en el antro del estómago, que es la parte más baja, cerca del píloro. Aunque los pólipos hiperplásicos son benignos en la mayoría de los casos, un pequeño porcentaje puede desarrollar displasia, lo que implica un riesgo de progresión hacia un cáncer gástrico.
La mayoría de los pólipos hiperplásicos son asintomáticos y se descubren incidentalmente durante una endoscopia.
En el caso de este pólipo hiperplásico en el antro, que prolapsa hacia el píloro, se visualiza un pedículo que traccionamos hacia la cámara gástrica. Esta lesión puede moverse a través del píloro, lo que se conoce como prolapso.
Este prolapso puede obstruir parcialmente el paso hacia el duodeno, provocando síntomas como sensación de plenitud, malestar abdominal o incluso episodios de vómitos en casos más graves.
El pólipo suele tener una apariencia rojiza, debido a la hiperplasia de la mucosa, y puede moverse ligeramente con el peristaltismo (contracciones del estómago), lo que es característico de los pólipos prolapsados. También es frecuente que desarrollen erosiones o úlceras en su cabeza.
En cuanto al tratamiento, no todos los pólipos hiperplásicos requieren intervención.
Si el pólipo es pequeño, el manejo puede ser conservador, con la erradicación de Helicobacter pylori.
Sin embargo, si el pólipo mide más de un centímetro y tiene zonas sospechosas de displasia o causa síntomas obstructivos o anemia, puede ser necesaria su resección endoscópica.
Esto se hace frecuentemente mediante polipectomía, un procedimiento relativamente sencillo en el que se extirpa el pólipo para aliviar los síntomas y prevenir cualquier posible complicación futura, como la displasia o el riesgo de sangrado.
Erosiones gástricas en el tubo digestivo
Una erosión en el antro gástrico es una lesión superficial de la mucosa del estómago que no llega a penetrar profundamente en las capas del tejido gástrico, a diferencia de una úlcera.
Estas erosiones suelen ser causadas por agresiones directas a la mucosa gástrica, como el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINEs), el consumo excesivo de alcohol, infecciones por Helicobacter pylori, o incluso el estrés.
A menudo, son pequeñas y múltiples, y pueden estar asociadas con gastritis, que es la inflamación generalizada de la mucosa del estómago.
Desde el punto de vista endoscópico, una erosión en el antro gástrico se observa como una lesión superficial, plana, levemente elevada o ligeramente deprimida, de forma mínimamente irregular, que afecta a una porción de la mucosa del antro.
La mucosa alrededor de la erosión puede verse inflamada o enrojecida (eritematosa), lo que indica la presencia de gastritis subyacente. Las erosiones pueden aparecer aisladas o en grupos y, dependiendo de su extensión, pueden cubrir áreas más o menos amplias del antro gástrico.
En muchos casos, se pueden observar puntos o manchas de hematina adherida sobre las erosiones.
La hematina es un producto resultante de la degradación de la sangre por el ácido clorhídrico del estómago cuando se produce un pequeño sangrado en la mucosa gástrica.
Estos puntos de color oscuro, casi negro, indican que ha habido un sangrado reciente que ha cesado, pero que la sangre ha sido digerida parcialmente por los jugos gástricos.
La presencia de hematina es un signo de una erosión activa o recientemente sangrante, lo que puede ser indicativo de un proceso inflamatorio continuo o de una irritación crónica de la mucosa.
Úlceras gástricas pépticas en el tubo digestivo
Una úlcera gástrica péptica es una lesión en la mucosa del estómago que ocurre cuando el revestimiento protector se daña, permitiendo que los ácidos gástricos ataquen capas más profundas de la pared gástrica.
Puede provocar síntomas como dolor en la parte superior del abdomen, que suele empeorar al comer, así como náuseas, vómitos o pérdida de apetito.
Las principales causas de las úlceras gástricas son la infección por la bacteria Helicobacter pylori y el uso de antiinflamatorios no esteroides (AINEs), como el ibuprofeno o la aspirina. Ambas situaciones debilitan la barrera mucosa protectora del estómago, favoreciendo la aparición de úlceras.
Durante una endoscopia, la úlcera gástrica péptica se visualiza como una lesión deprimida o excavada en la mucosa gástrica. Suele traccionar de los pliegues gástricos hacia sí misma.
El fondo de la úlcera, en este caso, está cubierto por una capa blanquecina, conocida como fibrina, que es un signo de que nuestro está intentando cicatrizar la lesión.
Esta fibrina es un material compuesto de proteínas que se deposita en la base de la úlcera para proteger el tejido dañado y promover su reparación.
Los bordes de la úlcera suelen ser elevados e irregulares, y la mucosa circundante puede verse inflamada o enrojecida debido a la irritación continua por los ácidos del estómago.
En casos más graves, las úlceras pueden sangrar, lo que se visualiza como áreas de sangrado activo o coágulos.
Es muy importante revisar la cicatrización de las úlceras gástricas tras el tratamiento, en especial porque su origen puede ser maligno.
En un control endoscópico se detectarían esa falta de cicatrización y las características más típicas de un origen tumoral (pliegues alrededor de la úlcera interrumpidos o fusionados, forma muy irregular o cambios sugestivos de metaplasia o displasia periféricos mediatne imagen con magnificación).
Gastritis atrófica y metaplasia intestinal en el tubo digestivo
La gastritis atrófica es una forma avanzada de inflamación crónica del estómago: las glándulas de la mucosa gástrica se pierden progresivamente, dando lugar a un adelgazamiento del revestimiento del estómago y a una reducción de su capacidad funcional.
Este tipo de gastritis se asocia a menudo con infecciones prolongadas por Helicobacter pylori (afecta inicialmente al antro y luego va ascendiendo) o con enfermedades autoinmunes (sobre todo a la mucosa gástrica de la parte alta del estómago).
Con el tiempo, la gastritis atrófica puede predisponer al desarrollo de cambios precancerosos, como la metaplasia intestinal, donde las células gástricas normales se reemplazan por células similares a las del intestino.
Durante una endoscopia, la gastritis atrófica en el antro se visualiza como pálida y aplanada, en comparación con la mucosa normal, que es más rosada y algo más gruesa.
Además, es común encontrar erosiones superficiales, que son áreas de daño localizado en la mucosa. Estas erosiones se ven como zonas deprimidas o ligeramente excavadas, rodeadas de mucosa inflamada.
A menudo, estas áreas erosionadas pueden sangrar de forma leve, y, si ha habido sangrado reciente, pueden observarse puntos oscuros de hematina, lo que indica la presencia de sangrado superficial.
Para identificar la metaplasia intestinal se puede utilizar cromoendoscopia y magnificación, que son técnicas de imagen mejorada que permiten visualizar mejor los cambios en la mucosa.
En esta técnica, las áreas de metaplasia intestinal aparecen con un patrón de mucosa más vellosa y gris-azulada, con una arquitectura glandular similar a la del intestino, en lugar de la estructura normal del estómago.
La anatomía del duodeno y sus posibles patologías
El duodeno es la primera porción del intestino delgado y comienza justo después del estómago, en el píloro.
Anatómicamente, tiene una forma de “C”. En la endoscopia alta se revisa la primera porción o bulbo, la segunda porción y nos asomamos a la tercera. El gastroscopia logra, como mucho, analizar esta tercera porcion duodenal.
Al visualizar el bulbo duodenal se observa una cavidad amplia, cubierta por una mucosa lisa, sin pliegues marcados. Esta región se conecta directamente con el píloro, la válvula que regula el paso del contenido gástrico al intestino delgado.
La segunda porción tiene un patrón de pliegues circulares, que ayudan en la absorción de nutrientes. La apariencia es suave y ordenada, sin irregularidades ni lesiones visibles.
En esta zona se puede ver también la papila de Vater. Se trata de una pequeña protuberancia donde desembocan el conducto biliar común y el conducto pancreático, permitiendo la liberación de bilis y jugos pancreáticos al intestino para ayudar en la digestión.
Tiene un orificio central (a veces dos, uno para cada conducto) a través del cual drenan los jugos biliares y pancreáticos.
Lesiones en el duodeno: atrofia de las vellosidades, duodenitis erosiva y divertículo duodenal
Cuando se produce una atrofia intensa de las vellosidades duodenales, las pequeñas proyecciones en forma de dedos que recubren la superficie del duodeno, conocidas como vellosidades, se aplanan o desaparecen.
Estas vellosidades juegan un papel crucial en la absorción de nutrientes, por lo que su atrofia puede llevar a una malabsorción de alimentos y a síntomas como diarrea crónica, pérdida de peso, y deficiencias nutricionales.
Las causas más comunes de esta atrofia incluyen la enfermedad celíaca, infecciones intestinales como la giardiasis (parásito unicelular), y algunas enfermedades autoinmunes como la enteropatía autoinmune o la IDCV.
Incluso puede aparecer con la ingesta de algunos fármacos, como el antihipertensivo olmesartán.
En una endoscopia, la atrofia intensa de las vellosidades duodenales se manifiesta con una pérdida del aspecto normal de la mucosa.
En un duodeno sano la mucosa tiene un patrón característico de vellosidades prominentes que le dan una textura rugosa o aterciopelada. En la atrofia vellositaria este patrón desaparece y la mucosa se ve plana o con aspecto de pliegues cortados.
Duodenitis erosiva en el tubo digestivo
La duodenitis erosiva es una inflamación de la mucosa del duodeno que se caracteriza por la presencia de enrojecimiento focal con o sin erosiones superficiales en la mucosa de esta parte del intestino.
Puede causar dolor abdominal, náuseas y, en casos más importantes, sangrado digestivo.
Las causas más comunes de la duodenitis erosiva, como sucede en la gastritis aguda, incluyen el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINEs) o la infección por Helicobacter pylori.
En una endoscopia, la duodenitis erosiva se visualiza como áreas de erosión superficial dispersas a lo largo de la mucosa duodenal, especialmente en el bulbo duodenal (la primera porción del duodeno, justo después del estómago).
Estas erosiones pueden aparecer como pequeñas lesiones deprimidas, rodeadas de mucosa inflamada o enrojecida, lo que indica la inflamación activa.
Algunas de estas erosiones pueden estar cubiertas por una capa blanquecina de fibrina o rodeadas por zonas de sangrado leve.
Divertículos duodenales en el tubo digestivo
Un divertículo duodenal es una protrusión en forma de saco que se forma en la pared del duodeno y se debe a que la capa muscular del duodeno se hace más débil. Se cree que se forman debido a un aumento crónico en la presión dentro de la luz del intestino.
Los divertículos duodenales son más comunes en personas mayores y suelen ser asintomáticos.
Durante una endoscopia de visión lateral, la imagen de un divertículo duodenal con una papila intradiverticular aparece como un saco con bordes suaves y en cuyo fondo o en uno de sus laterales, puede visualizarse la papila de Vater.
La papila puede parecer algo desplazada en relación con su posición normal, y en algunos casos puede ser más difícil de acceder y visualizar con claridad debido a su localización dentro del divertículo.
Los divertículos cercanos a la papila de Vater pueden causar problemas en el sistema biliar, como la dilatación del conducto biliar y episodios de ictericia (color amarillento de la piel y los ojos).
Algunos estudios han demostrado que estos divertículos están asociados con un mayor riesgo de dilatación del conducto biliar y la formación de cálculos biliares.
Por ejemplo, se ha descubierto que las personas con estos divertículos tienen más del doble de probabilidades de tener el conducto biliar dilatado o cálculos en dicho conducto en comparación con aquellas sin divertículos.
Más aún, estos divertículos pueden causar obstrucción biliar de varias maneras.
Tanto al comprimir mecánicamente el conducto biliar como al afectar el funcionamiento del músculo de la papila (esfínter de Oddi), lo que dificulta el flujo de bilis y favorece la formación de cálculos biliares y la inflamación de las vías biliares (colangitis).
Tanto estos divertículos como los que se localizan en otras zonas de duodeno pueden provocar otras complicaciones. Aunque son muy infrecuentes, pueden darse perforaciones, sangrado y sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado.
En el próximo videoblog de Aparato Digestivo continuaremos con nuestro viaje al interior del tubo digestivo de la mano experta del Dr. José Carlos Marín Gabriel, quien nos mostrará mediante un endoscopio las características anatómicas principales del intestino grueso o colon y dos partes del intestino delgado, el íleon y el yeyuno, además de las lesiones más frecuentes y dañinas para el ser humano.
Primera parte del Viaje Endoscópico por el Tubo Digestivo: boca y esófago.
La entrada Viaje endoscópico al tubo digestivo: estómago y duodeno se publicó primero en EFE Salud.
Ciencia y Salud
Cómo afrontar el invierno tras la dana: vacunación y limitar actividades al aire libre
A las puertas del invierno y tras las inundaciones de la dana, a pesar de que la calidad del aire es “muy pobre, con un elevado nivel de partículas gruesas en suspensión”, no se ha detectado un incremento de atenciones por cuadros respiratorios de broncoconstricción.
Pero se sigue recomendando limitar actividades al aire libre, sobre todo en las zonas donde se está trabajando, ya que los camiones y vehículos levantan mucho polvo en suspensión, al que se han añadido varias intrusiones de polvo sahariano.
Así lo asegura a EFE el epidemiólogo y coordinador el grupo asesor de Sociedades Científicas creado por la Generalitat Valenciana tras la riada, Salvador Peiró, quien afirma que la mejora en la calidad del aire requiere que acaben muchos de los trabajos actuales y el baldeo a presión de los pueblos y las carreteras circundantes para ir reduciendo el polvo en suspensión, ya que los días que llueve algo “el aire mejora muchísimo”.
Recuperar el calendario vacunal infantil
El también investigador de la Fundación de Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (Fisabio), además de recomendar la vacunación estacional contra la gripe y la covid, para cuya administración se han reforzado los puntos de vacunación y se han abierto horarios sin cita, afirma que también es importante recuperar la vacunación de calendario pediátrico, “que ha tenido algún altibajo”.
Según Peiró, tras la dana y ante la llegada el invierno, no parece necesaria ninguna otra vacunación extraordinaria, y señala que lo único que podría llevar a campañas fuera de lo normal sería la aparición de brotes de hepatitis A, aunque matiza: “No estamos detectando casos, y eso que se hacen muchas más pruebas de lo habitual”.
Baja incidencia de enfermedades transmisibles
El epidemiólogo afirma que la situación respecto a enfermedades transmisibles sigue siendo “bastante buena” un mes y medio después de la dana y las gastroenteritis en las zonas afectadas se mantienen por debajo de su tasa habitual (que tradicionalmente era más alta que en el resto de la Comunitat Valenciana), a pesar de haberse incrementado el esfuerzo en diagnóstico y registro.
En el caso de la leptospirosis, donde la evolución ha sido buena y no hay ninguna persona hospitalizada, hay un total de 4 casos confirmados, sin nuevos casos en las últimas semanas, y aunque había varios sospechosos las pruebas de confirmación han sido negativas en casi todos (aunque queda alguno pendiente porque las pruebas se basan en la seroconversión, que requiere unas semanas de seguimiento).
Según Peiró, la legionela, “como era esperable, va goteando casos” y este momento hay siete sin relación entre ellos, dos de los cuales están aún hospitalizados. Explica que la legionela se acantona en los termos, los filtros o las alcachofas de ducha con incrustaciones y va dando casos cuando se aspiran los aerosoles con el vapor del agua.
También subraya que tras la dana no se han detectado casos de enfermedades de transmisión por vectores (mosquitos) y confía en que con el frío del invierno (y con los larvicidas utilizados en varias zonas) se reduzca la proliferación de mosquitos.
“Tampoco detectamos otras enfermedades de transmisión oral-fecal diferentes a los microorganismos habituales (sobre todo campilobacter y salmonella, que es lo típico)”, señala.
Según explica, ha habido alguna intoxicación por monóxido de carbono en no profesionales que estaban en garajes en los que había trabajando máquinas de combustión para limpieza de lodos, y señala que al ser espacios que ventilan muy mal la recomendación de Salud Pública es que no vayan vecinos o personas que no estén equipadas de forma profesional cuando esas máquinas estén trabajando.
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